“¡España culpable!”
Poco después de la explosión del USS Maine, la prensa de EE.UU. elaboró titulares llamativos que atribuían la destrucción del barco a una mina española. Este ejemplo, del 25 de marzo de 1898, apareció en el New York Journal, publicado por William Randolph Hearst. Si bien una junta investigadora de la Marina no pudo confirmar la intervención española en el ataque, la prensa fomentó el consenso popular a favor de la guerra.
El New York Journal había declarado antes su orgullo por promover el “periodismo de acción”, un nuevo género que buscaba atraer lectores abordando debates sociales y políticos. Pero no todos estaban convencidos con este credo.
El término peyorativo “prensa amarillista” apareció por primera vez en el New York Press para criticar el sensacionalismo y la distorsión de la información en el New York Journal y el New York World, publicado por el rival de Hearst, Joseph Pulitzer. Hoy aún se utiliza para criticar la falta de ética periodística.