Revolucionarios cubanos
El régimen colonial español enviaba a los disidentes al exilio, así que estos se vieron forzados a organizar la revolución desde el exterior. En 1891, el general Antonio Maceo (1848–1896) se radicó en Costa Rica cuando dicho gobierno le otorgó unos 24,000 acres para establecer una colonia tabacalera en la península de Nicoya. El lugar, poblado por veteranos exiliados y familias de Cuba, fue un refugio para las actividades revolucionarias.
Aquí aparece Maceo al centro en la fila de atrás, junto a otros generales cubanos (incluidos los afrodescendientes Flor Crombet (1851–1895) a su izquierda y Agustín Cebreco (1855–1924) a su derecha). El perro de Maceo, llamado Cuba Libre, descansa en primer plano. En vez de uniformes militares, los generales llevan ropa formal, presentándose como hombres distinguidos que saben desenvolverse lo mismo en la guerra que en la ciudad. Con aire resuelto y la cara hacia su derecha, Maceo transmite la impresión de comandar el grupo.